¿Quién de nosotros no ha empleado alguna vez
palabras como déficit, agenda, gratis, ídem, ultimátum o etcétera? Son expresiones que podremos encontrar en cualquier
diccionario y forman parte de nuestro acervo lingüístico; no obstante, y a poco
que nos fijemos, podremos comprobar que por su forma desentonan con las voces
de raigambre castellana: terminaciones en -t
o en -m; grupos silábicos inusitados
del tipo quo, sta. Por supuesto que tendremos problemas a la hora de formar sus
plurales; y todo ello porque, sin saberlo a veces, estamos utilizando palabras
tomadas directamente del latín. Son los latinismos, palabras latinas
incorporadas directamente al castellano y que mantienen casi intacta su forma
original. La presencia en nuestra lengua de esas voces extrañas se explica por
el hecho de que el latín nunca se olvidó totalmente pues durante siglos fue la
lengua en la que se impartían las clases en la Universidad, ha sido lengua
oficial de la Iglesia y su enseñanza era obligatoria en los planes de estudio.
Dejemos para otro momento los latinismos del lenguaje
jurídico y otras jergas conservadoras, y fijémonos en los que cada dos por tres
aparecen en el habla coloquial. Como ejemplo, reproduzco la perorata que en la
cola del INEM me soltó el otro día un fulano que iba a reclamar no sé qué cosa.
"Esto lo arreglaba yo ipso facto (inmediatamente) y aunque el funcionario se quede in albis (a oscuras, sin enterarse de
nada), él tiene que saber que yo he venido aquí motu propio (voluntaria y libremente), máxime (sobre todo) cuando en asunto de dinero he pasado de un
razonable superávit (sobró) a un déficit (faltó) galopante. No quiero
echarle la culpa a la renta per cápita
(por cabeza) ni creo que sea necesario convocar un referéndum (consulta popular para ratificar leyes); entono mi
propio mea culpa (por mi culpa) y me
limito a entregar el currículum vitae
(relación de méritos) y a esperar sine
die (sin plazo fijo) a que me ofrezcan un trabajo, porque todo quisque (cada uno) sabe que en estos
tiempos nadie da nada gratis (de
balde). He venido aquí ex profeso
(con el único propósito) para plantear grosso
modo (sin muchos detalles) cuál es mi problemática. Hay quien piensa que lo
del paro y el desempleo es un modus
vivendi (modo de vivir) que va a
durar in eternum (para siempre). A
los políticos habría que darles un ultimátum
(hasta aquí hemos llegado) porque unas veces por ti y otras por mí, la casa sin
barrer. El quid (el punto más
importante) de la cuestión es cómo agenciárselas para tener una nómina (relación de nombres) fija y
conseguir así que los intereses de la hipoteca sean peccata minuta (asuntos leves). Estoy harto de anotar ofertas de
trabajo en mi agenda (cosas que se
han de hacer) y, cuando llego, me dicen que nada de nada; que ha sido o una errata (cosas equivocadas) del periódico
o un lapsus (falta por descuido) del
encargado porque el negocio no se abrirá hasta el día del Corpus Christi (cuerpo de Cristo). Y en todos los sitios a los que
he ido ídem de ídem (lo mismo de lo mismo). Lo peor es que el otro día un
inspector de trabajo, que sabe que estoy cobrando el paro, me sorprendió in fraganti (con las manos en la masa)
cuando estaba trabajando de peón en la obra que hay en la esquina. Le han
metido un paquete al constructor, me han dado de baja en el paro, me han puesto
una multa, etcétera, etcétera, etcétera (y otras cosas, y otras cosas, y otras cosas)".