jueves, 19 de diciembre de 2013

14. Vestimenta

La historia de la vestimenta, desde el taparrabos hasta las últimas creaciones de la moda, está más que hecha; además, no es lugar éste para meterse en camisa de once varas. Me limitaré a recordar aquí el origen del nombre de algunas prendas de vestir. Comenzaremos por la rebeca que, según el diccionario es una 'chaquetilla femenina de punto, sin cuello, abrochada por delante, y cuyo primer botón está, por lo general, a la altura de la garganta'. La difusión en España del nombre y de la prenda tuvo lugar a partir de la proyección de la película Rebeca, de A. Hitchcock, basada en una novela de D. du Maurier, cuya actriz principal usaba prendas de este tipo. La fascinación que producían, y siguen produciendo, el cine y sus estrellas explica también la difusión entre las mujeres españolas de una prenda íntima, sospecha, o de un tipo especial de zapatos, gilda, usados por las protagonistas de las películas homónimas.
La indumentaria masculina por excelencia es el terno o traje. El término traje, significó antes 'manera de vestir', derivado del portugués antiguo trager 'llevar un vestido o adorno'. Así pues, el traje es lo que se trae. El que también se llame terno se debe a que está compuesto de tres prendas: chaqueta, chaleco y pantalón. Chaleco, antes jaleco, proviene del árabe argelino yalika 'casaca de cautivo'. En cuanto a la chaqueta es un caso evidente de relación entre el nombre y la historia de la cosa. Tanto la chaqueta como el chaqué -¡quién lo diría!- eran prendas propias de los campesinos franceses. En el XVI se les denominaba jaco, y era un sayo corto y abierto a los lados, hecho de lana de cabra. Si en España identificamos mujer con maría, en Francia los campesinos recibían el apodo de jacques por la frecuencia de este nombre de pila (Jacques: Santiago) en el medio rural. Eran, pues, los campesinos o jacques quienes vestían jaquette, castellanizada chaqueta. No sé muy bien por qué se llama también americana; pudiera deberse al porte de los galanes en las películas americanas en blanco y negro, quienes iban siempre muy bien trajeados. Y, por fin, el pantalón, del nombre propio italiano Pantaleone, personaje de la commedia dell'Arte italiana, caracterizado con unos calzones largos.

El toque de elegancia lo da la corbata, que significa literalmente 'croata' pues procede del servocroata hrvat, denominación que se dan a sí mismos los habitantes de Croacia. Fueron los soldados de esta región o país los primeros que usaron este aditamento como parte de su indumentaria.

viernes, 26 de abril de 2013

13. Alegría




Al sentimiento que nos produce un suceso favorable o la obtención de algo que deseamos le hemos dado en español el nombre de alegría. Las reacciones físicas que el ser humano manifiesta cuando está contento se pueden resumir en tres: dar saltos, lanzar gritos y tocar instrumentos ruidosos. Curiosamente la etimología de las palabras relacionadas con estados eufóricos aluden precisamente a estas tres reacciones. La alegría, sentimiento expansivo que impulsa al movimiento, procede del latín alacer 'vivo, animado', probablemente derivado del griego elaphos 'ciervo', por lo que el alegre daría saltos como un ciervo.
Inherente a la alegría es el griterío. Las albricias son exclamaciones de júbilo por un suceso feliz; esta palabra, usada siempre en plural, procede del árabe albisara 'buene noticia' y 'recompensa que se le daba al que la traía'. Muchos de los términos que aluden a la alegría, al tumulto, al jolgorio y a la animación son arabismos, algunos de ellos tocados de un cierto tinte xenófobo. Algazara 'multitud de gente hablando a la vez' o voces que dan los moros cuando salen de la emboscada y cogen de sobresalto a los cristianos y a otros contrarios. Alboroto, del árabe buruz 'salir con gran pompa a recibir a alguien, por los gritos de alegría que se daban'. Para referirnos al ruido producido por gritos y voces confusas y estridentes, vengan a cuento o no con situaciones alegres, el español utiliza el término algarabía cuyo significado es ni más ni menos que el de 'lengua árabe', al-arabiya.
También se pueden dar gritos de júbilo. Esta palabra tiene una curiosa historia; procede del hebreo yobhei donde significaba 'cuerno de carnero' y también 'trompeta hecha de cuerno'. El pueblo judío celebraba cada cincuenta años una fiesta en la que se perdonaban las penas y las deudas, y que se animaban con los sones de estos instrumentos cornúpetas. Luego la palabra adoptó la fonética actual, es decir, cambió la o en u, por contagio de la voz latina jubilare 'gritar'.
Por el mismo campo de la alegría se pasean la felicidad y la dicha. En latín, felix 'feliz' era lo fecundo, lo fértil, lo que da fruto, de la misma raíz que filium, 'hijo', y emparentado con el griego zelys 'pezón'. La alegría completa es la dicha, que primitivamente significó 'destino, sino' y procede del latín dicta 'las cosas dichas' con el sentido de 'suerte, destino', por la creencia pagana de que la suerte de cada persona dependía de unas palabras que pronunciaban los dioses o las Parcas al nacer el niño. Según esto nuestro destino no está escrito, como nosotros creíamos, sino que está relacionado con el fatum (fatídico, fatal)  o hado, del verbo fari 'decir'.


sábado, 12 de enero de 2013

12. Gangas

El que algo quiere, algo le cuesta, dice el refrán. En el mundo capitalista en que vivimos, todas las cosas cuestan dinero; hasta la muerte tiene un precio, dicen las películas y las funerarias. Cuando se nos embauca con que algo es barato no caemos en la cuenta de que esta palabra proviene de baratar, verbo que, además de 'negociar, traficar', vale por 'embaucar, engañar'. Donde parece haber sólo trueque, casi siempre hay truco. Por cierto que la palabra precio proviene de la raíz indoeuropea per- que significa 'vender, traficar'; con el prefijo pre- se forma intérprete, es decir, 'intermediario, negociador'. En griego per- se transforma en porne 'prostituta', con su derivado más conocido: pornografía.
Lo que aun siendo valioso se obtiene por poco precio, o es una ganga o es una bicoca. Curioso es el origen de la palabra bicoca. Ese era el nombre de una población italiana defendida por una pequeña fortificación. En una de las guerras que en el siglo XVI mantuvo nuestro emperador Carlos I contra Francisco I de Francia, esta ciudad fue fácilmente tomada por las tropas españolas cuando iban camino de Milán. Desde entonces bicoca se ha empleado en español como sinónimo de cosa sin importancia y fácil de conseguir; algo así como ganga. Por cierto que esta palabra tiene su historia cinegética: ganga es una gallinácea parecida a la perdiz pero muy difícil de cazar y, además, dura de pelar y de comer. Así pues, cazar gangas es andar empeñado inútilmente en conseguir una cosa que, amén del gran esfuerzo que requiere, a la postre tiene poco provecho. Irónicamente ha acabado por referirse a las cosas apreciables que se adquieren a poca costa.
Una forma  de obtener dinero es la de disfrutar (y nunca mejor dicho) de una beca. Deriva esta palabra de la voz judeoespañola bécah que significaba 'medida equivalente a la mitad de un ciclo'. Así pues, el sentido original de beca sería el de cantidad otorgada en especie o en dinero al estudiante para su manutención, de donde pasaría a designar la insignia en forma de bandolera que llevan los estudiantes que gozaban de tal prebenda.
La manera más corriente de saldar una cuenta es pagando. El verbo pagar 'satisfacer al acreedor', primero significó 'apaciguar', 'pacificar' pues deriva de la raíz pax 'paz'. Ya lo dice el refrán: el que paga, descansa y el que cobra, más. El pago se puede hacer a toca teja o a plazos. Esta forma de pagar en cómodos plazos, es invención romana y abreviatura de dies placidus, 'día (de plazo) aprobado (por la autoridad)', que era la que daba el placet o consentimiento.