Al sentimiento que nos produce un suceso favorable o la obtención de
algo que deseamos le hemos dado en español el nombre de alegría. Las reacciones
físicas que el ser humano manifiesta cuando está contento se pueden resumir en
tres: dar saltos, lanzar gritos y tocar instrumentos ruidosos. Curiosamente la
etimología de las palabras relacionadas con estados eufóricos aluden
precisamente a estas tres reacciones. La alegría,
sentimiento expansivo que impulsa al movimiento, procede del latín alacer 'vivo, animado', probablemente
derivado del griego elaphos 'ciervo',
por lo que el alegre daría saltos
como un ciervo.
Inherente a la alegría es el griterío. Las albricias son exclamaciones de júbilo por un suceso feliz; esta
palabra, usada siempre en plural, procede del árabe albisara 'buene noticia' y 'recompensa que se le daba al que la
traía'. Muchos de los términos que aluden a la alegría, al tumulto, al jolgorio
y a la animación son arabismos, algunos de ellos tocados de un cierto tinte
xenófobo. Algazara 'multitud de gente
hablando a la vez' o voces que dan los moros cuando salen de la emboscada y
cogen de sobresalto a los cristianos y a otros contrarios. Alboroto, del árabe buruz 'salir
con gran pompa a recibir a alguien, por los gritos de alegría que se daban'.
Para referirnos al ruido producido por gritos y voces confusas y estridentes,
vengan a cuento o no con situaciones alegres, el español utiliza el término algarabía cuyo significado es ni más ni
menos que el de 'lengua árabe', al-arabiya.
También se pueden dar gritos de júbilo.
Esta palabra tiene una curiosa historia; procede del hebreo yobhei donde significaba 'cuerno de
carnero' y también 'trompeta hecha de cuerno'. El pueblo judío celebraba cada
cincuenta años una fiesta en la que se perdonaban las penas y las deudas, y que
se animaban con los sones de estos instrumentos cornúpetas. Luego la palabra
adoptó la fonética actual, es decir, cambió la o en u, por contagio de la voz latina jubilare 'gritar'.
Por el mismo campo de la alegría se pasean la felicidad y la dicha. En
latín, felix 'feliz' era lo fecundo,
lo fértil, lo que da fruto, de la misma raíz que filium, 'hijo', y emparentado con el griego zelys 'pezón'. La alegría completa es la dicha, que primitivamente significó 'destino, sino' y procede del
latín dicta 'las cosas dichas' con el
sentido de 'suerte, destino', por la creencia pagana de que la suerte de cada
persona dependía de unas palabras que pronunciaban los dioses o las Parcas al
nacer el niño. Según esto nuestro destino no está escrito, como nosotros
creíamos, sino que está relacionado con el fatum
(fatídico, fatal) o hado, del verbo fari
'decir'.