martes, 27 de julio de 2021

41. Números y pesos


La capacidad de contar debió de aparecer en el hombre al mismo tiempo que desarrollaba su facultad del lenguaje oral, y como lo que se tiene más a mano para contar son los dedos, a esta circunstancia anatómica se debe el que la numeración más extendida en todos los pueblos sea la de base diez; por eso los números también se llaman dígitos, del latín digitus 'dedo'. Para enseñar a los niños a contar los maestros empleaban piedras o guijarros, que en latín reciben el nombre de calculus. De esta palabra derivan cálculo y calcular.


Posterior en el tiempo fue la invención de las cifras o guarismos, llamados así en honor del matemático árabe Abu Yafar Mohammed Abenmusa, alias Al-Koritmi (el de la ciudad de Corimia), cuyas traducciones introdujeron desde la India la aritmética en la Europa medieval. Como se sabe, los romanos desconocían el número cero y por lo tanto no lo empleaban en sus cálculos; tanto cero como cifra provienen del árabe sifr que significa 'vacío'.


Como curiosidad matemática diremos que el signo de la suma (+) se debe a los franceses y procede de la letra p, inicial de la palabra plus (más). Con el tiempo y por la rapidez de la escritura la p se simplificó hasta parecerse a una cruz. En cuanto al signo de la resta (-) procede del estiramiento de la m inicial de la palabra latina minus (menos). El símbolo de la raíz cuadrada trae su origen de una r deformada y aumentada, inicial de la palabra latina radix (raíz) que se colocaba delante del número. Sin detenernos en hablar de números mágicos, ni si hay números feos o bonitos a juicio del que mete a la lotería, destaquemos sólo los que son capicúas, es decir, que se leen igual de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. La palabra capicúa procede del catalán cap-i-cua, literalmente 'cabeza y cola'.


En cuanto a las medidas de peso, las actuales responden al sistema métrico decimal (metro, litro, kilo) que se impuso en la mayoría de las naciones a mediados del XIX. Hasta entonces, las medidas de longitud, capacidad y peso diferían de un lugar a otro, en un batiburrillo de arrobas, varas, celemines, quintales y almuces que nos dejaron los árabes. Del lenguaje marinero procede la tonelada, equivalente a diez quintales, unos mil kilos. Tonelada y tonelaje son derivados de tonel, ya que la capacidad de carga de los buques se calculaba por el número de toneles que podían transportar.


Desde los tiempos más remotos, el oro ha sido el metal más precioso y apreciado. Para pesarlo en pequeñas cantidades se usaba el scruptus, peso equivalente a poco más de un gramo. El diminutivo escrúpulo significó 'guijarro pequeño y puntiagudo' y luego adquirió el significado actual de 'preocupación, aguijón, minuciosidad'. No cabe duda de que en el cambio semántico de la palabra influyó la actitud atenta y preocupada (escrupulosa) propia del que pesa un metal de tanto valor.