miércoles, 9 de junio de 2021

39. Lagarto, lagarto


Siempre hay temas de los que no se puede hablar abiertamente y, para referirse a ellos, se utilizan circunloquios eufemísticos. Por pudor se dice dar a luz en vez de parir; por conveniencia política se dice reajuste de plantilla en lugar de despido; y por presunto respeto social se dice tercera edad en vez de vejez. Lo que no se puede mentar es tabú, palabra de origen polinesio (Isla de La Toga) introducida en 1785 por el inglés Cook, y significa propiamente 'prohibición religiosa'.


La influencia del pensamiento mágico y supersticioso sobre el lenguaje ha sido constatada por los antropólogos, quienes han detectado la presencia de palabras tabúes en todas las culturas. Ese santo temor, en palabras de Freud, a pronunciar el nombre de los objetos sagrados, misteriosos o peligrosos ha llevado al hombre de todos los tiempos a abandonar el término tabú y sustituirlo por un inofensivo eufemismo, que no es otra cosa sino una perífrasis, un rodeo, para bordear lo que no puede nombrarse directamente.


El miedo a mentar la culebra nace de la creencia supersticiosa de que, si así se hace, la serpiente no tardará en aparecer, pues la palabra no sólo tiene el poder de evocar en nuestra mente lo designado sino que, en realidad, al mentar al animal lo que hacemos es convocarlo, llamarlo, porque el nombre es la misma cosa; hay una identidad entre la imagen verbal y el ser u objeto nombrado.


En los estudios sobre lengua y cultura se ha de acudir al influjo del mundo de las creencias para explicar ciertos nombres. La palabra serpiente, ahora tabú para muchos, ya era un eufemismo entre los romanos que la designaron con el participio de presente serpens, 'la que serpentea, la que se arrastra', en vez de anguis que, antes de convertirse en palabra prohibida, se utilizó a su vez como eufemismo con un significado descriptivo casi idéntico: anguis 'la que se dobla o se tuerce', de la raíz indoeuropea ank- de la que han salido palabras como ángulo, angula. El miedo que suscita el nombre de la culebra ha sido la causa de que los andaluces hayan creado el término bicha para nombrarla. Por el mismo poder de convocatoria que tiene la palabra, el supersticioso dirá ¡lagarto, lagarto! para que acuda, pues es creencia popular que el lagarto es beneficioso y puede librar al que lo llame de la culebra o de la mala suerte.


La astuta zorra ocasiona estragos entre las aves de corral; del miedo que infunde nacen los diversos nombres con los que es conocida. Primero se llamó vulpeja (del latín vulpecula), nombre cuya sola pronunciación se temía por mal agüero. Para soslayar el nombre tabú de vulpeja se le dio el de raposa, variante de la antigua y dialectal rabosa (la de mucho rabo), derivada de rabo (en latín rapum) por lo característico de esa parte del cuerpo en este animal. Finalmente la conocemos como zorra, término denigrante pues proviene del verbo zorrar 'arrastrar', y zorra era la mujer holgazana, de donde posteriormente fue sinónimo de 'prostituta'.

1 comentario:

  1. Muy ilustrativo. Supongo que el nombre de zorra, la que se arrastra, será por la posición que adopta este animal cuando va a cazar a su presa.

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