lunes, 12 de noviembre de 2012

8. De pacotilla

En la vida nos topamos a veces con circunstancias y asuntos que son importantes y que requieren nuestra máxima atención. Pero cuando no es así, en la lengua encontraremos el descalificativo adecuado para referirnos a esas cosas de poca monta. Hay expresiones coloquiales como me importa un pimiento, un rábano o un bledo con las que mostramos nuestro desprecio por algo o por alguien poniendo como testigo unas pobres hortalizas. Lo mismo sucede cuando empleamos como referente negativo al minúsculo comino, diminuta semilla usada como condimento y que en la lengua se usa como prototipo de la insignificancia; o la pamplina, otra pequeña semilla usada para comida de canarios. De un cruce de pamplina con memo se ha formado pamema, que a la hora de descalificar no les va a la zaga. Como hemos visto, el tamaño condiciona el valor de una cosa o de una persona; descalificativa es la palabra pigmeo pues significa 'tan grande como un puño'.
De entre los pocos adjetivos que nos han llegado del árabe destaca baladí, empleado también para referirnos a algo de clase inferior, de poco aprecio. El significado literal de esta palabra es el de 'indígena, del país', derivado de balad 'tierra, provincia'. Todavía hay quienes reniegan de lo suyo al pensar que los productos baladíes, 'del país', merecen menor aprecio que los importados.
De algo que cuesta muy poco dinero se dice que es una bagatela. Este vocablo proviene del italiano bagatella, donde, además de 'cosa de poco valor', significa 'juego de manos'. De lo que no tiene mucho valor o es cosa de poca entidad decimos que es una fruslería; si miramos en el diccionario el vocablo anterior nos encontramos con fruslera, 'raeduras que salen de las piezas de azófar o latón cuando se tornean', es decir, simples virutas de metal.
Siguiendo por la senda de lo insignificante y sin importancia llegaremos a nimio; paradójicamente en latín nimius significa 'excesivo, demasiado'. Fue muy usado, en su sentido original, durante el XVII; la deformación semántica se produjo cuando, por la ignorancia del latín, a la gente se le antojó ver en la palabra la idea de minuciosidad, de minucia, por una falsa relación con minus 'menos'. Y es que a veces el parecido entre palabras nos juega malas pasadas.
Un último ejemplo: para referirnos a algo de inferior calidad o que está hecho sin esmero, también utilizamos la expresión de pacotilla. Su sentido original fue otro: pacotilla era la cantidad de mercancía con la que los marineros podían comerciar en su propio provecho.

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