lunes, 12 de noviembre de 2012

7. Veneno

A principios del s. XVII, Sebastián de Covarrubias nos da en su Tesoro de la lengua una curiosa etimología de la palabra veneno: "Proviene del latín venenum porque llega hasta el corazón y otras partes del cuerpo a través de las venas". Es un caso más de etimología popular o de oído, por la semejanza fonética entre las palabras veneno y vena. Para encontrar el verdadero origen de esta palabra hay que remontarse hasta el indoeuropeo. Viene de la raíz wen- que significa 'desear' de donde, entre otras voces, se formó el nombre Venus o 'amor físico' y veneno con el sentido de 'poción amorosa'.
Para designar esta sustancia la lengua dispone de varios sinónimos; fijémonos en dos. El tósigo (culto tóxico), deriva del griego tóxon que significa 'arco de disparar' porque las flechas resultaban más efectivas si se impregnaban de alguna sustancia venenosa. Con la palabra ponzoña nos referimos hoy a 'veneno', en cualquier forma; la voz latina potionea, de donde proviene, significaba originariamente 'bebida', pues está relacionada con potare, 'beber' (de ahí, potable). Ahora bien, como los venenos se administraban generalmente en bebidas, eso hizo que la atención se fijara en el carácter venenoso con más interés que en el líquido; y acabó por borrarse la imagen de esto último, y quedó sólo la de veneno. Lo mismo sucede con bebedizo, donde se junta la acepción de 'bebida venenosa' con la primitiva de 'bebida que provoca a quien la toma el amor hacia cierta persona'.
Para evitar las nefastas consecuencias de los venenos, en especial los de picaduras de animales, se utilizan los antídotos o contravenenos. Uno de los más antiguos es la triaca, del griego therion 'animal', pues es del propio animal venenoso de donde se extrae el remedio. Otro es la llamada piedra bezoar, concreción calcárea o cálculo que suele encontrarse en las vías digestivas y urinarias de algunos mamíferos; es creencia supersticiosa que estas piedras sirven de antídoto y de remedio para muchas enfermedades.
Uno de los animales venenosos más frecuentes en nuestra fauna, aparte de la víbora, es la tarántula. El nombre de esta especie de araña está tomado del italiano taràntola que a su vez es derivado del topónimo Tarento, ciudad en cuyos alrededores abundaban. A la picadura de la tarántula se le atribuían efectos nerviosos, por eso se le dio su nombre (tarantela) a un baile napolitano de ritmo muy vivo. Además, todavía corre por ahí la creencia popular de que, si alguien es picado por una tarántula, debe bailar al son de instrumentos y moverse al compás de la música durante tres días para que se le pasen los efectos del tóxico.

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