lunes, 12 de noviembre de 2012

9. Rojo y negro

El signo más visible de la identidad de una etnia es el color de la piel. A propósito de etnias recuerdo la respuesta que un alumno de la ESO daba a la pregunta de cuáles son las razas del mundo: "Hay tres razas: la negra, la amarilla y la normal". Todo lo que no es como nosotros (los blancos) es, como poco, algo fuera de lo normal.
Pues bien, aparte de las connotaciones negativas que ciertos colores -en especial el negro y el rojo- tienen en el mundo de las creencias y del imaginario, la lengua -de los blancos- no pierde ocasión para ensañarse, sobre todo, con los de tez oscura. Rosenblat pone como ejemplo de americanismos el me negrearon, con el significado de 'no me dejaron entrar'. El tono denigrante de este verbo está a flor de piel. Pero si nos fijamos en la raíz de denigrante nos volvemos a topar con niger 'negro'; denigrar es, pues, tratar a alguien de negro. No es un insultar inocente, al menos en el origen de la palabra. Desconozco si los pueblos de otras razas tienen en su lengua palabras insultantes que se hayan formado a partir de la raíz blanco.
He aquí otros ejemplos de palabras que abundan en la connotación negativa de la negrura: de atroz viene atrocidad y ambas del latín atrox, derivado de ater 'de aspecto negro'; hosco proviene del latín fuscus 'oscuro'; 'dícese del color moreno (<moro) muy oscuro, como suele ser el de los indios y mulatos'. Esta acepción casi la hemos olvidado; sí que recordamos bien la de hosco como 'ceñudo, áspero, intratable, falto de familiaridad'; zaino 'de color castaño oscuro', y también 'falso, traidor' aplicado tanto a las caballerías como a las personas; malandrín 'lepra negra' y después, 'bellaco, rufián', de la raíz griega melán 'negro'.
La misma (mala)suerte corren los pelirrojos, si bien esta animadversión nace de creencias supersticiosas por estar muy extendida la idea de que, los del tal pelo, ni traen buena suerte ni sus intenciones son claras. De ese color es el pelo de Judas y del diablo. De rufián dice el DRAE: 'El que hace el infame tráfico de mujeres públicas'; 'hombre sin honor, perverso, despreciable'. Según Corominas, proviene del latín rufus 'pelirrojo', sea por la prevención vulgar que existe contra la gente de este color, o por la costumbre de las meretrices romanas o de adornarse con pelucas rubias. Aunque rufus es más bien 'pelirrojo' que 'rubio', los dos conceptos se confunden muchas veces en la antigüedad. En efecto, rufula y rufa se usan indistintamente en latín para referirse a las prostitutas. Por cierto que el moderno chulo 'hombre que trafica con mujeres públicas', procede del italiano ciullo, abreviatura de fanciullo, literalmente 'jovencito'.

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